3 feb 2016

Un verano tricolor

Luego de mucho tiempo sin escribir, me encuentro con que tengo mucho por decir. Esta entrada estará dedicada de manera completa al Club Nacional de Football. Lo que ha pasado en este verano, en las copas amistosas y los partidos clásicos, las nuevas incorporaciones al club —algunos que regresan, otros que están haciendo sus primeras armas en primera— y las bajas que se ha tenido, como la de Iván Alonso. De estas cosas intentaré escribir hoy, procurando no extenderme demasiado.



Para empezar, está bueno recordar que Nacional quedó a un solo punto de conquistar el Apertura. Esto puede verse de dos maneras. La de los lamentos, si vemos los puntos que se fueron resignando ante rivales, a priori, sumamente accesibles —incluso, como ante Racing, con un desarrollo del partido favorable a nosotros—. La otra mirada es que aun sin tener una gran actuación, estamos a tan solo un punto de la punta, lo cual será importante de cara a la tabla acumulada al final de la temporada.

Con estos recesos extensos, como ocurren en Uruguay, tenemos prácticamente dos pretemporadas. El verano, además, es la excusa perfecta para los torneos amistosos de verano —valga la redundancia—, donde por lo general se juegan dos partidos clásicos a pocos días de volver a los entrenamientos. La condición de los futbolistas no es la mejor, y como se puede, los entrenadores arman un equipo, por lo general no muy entrenado, y las cosas salen como salen.

Hablando del primer clásico, en donde se iguala a uno y termina con definición por penales, donde pasa a la final Peñarol, es difícil hacer un análisis que lleve a cosas importantes. En primer lugar, porque lo dicho en el párrafo anterior, acerca del armado del equipo, se evidencia mucho. No se tuvo ni la dinámica ni la agilidad con la pelota, como podía presumirse, pero tampoco hubo un atisbo de buenas intenciones. Tal vez lo más destacable sea la acción del gol; Alonso aguanta la pelota, toca atrás y Romero, de primera, pone la pelota sobre el segundo palo. Barcia aparece y de cabeza pone el 1 a 0.

El segundo, en cambio, Nacional muestra cosas que empiezan a endulzarnos. Santiago Romero vuelve a ocupar el centro del campo, no ya junto a la banda, donde no tiene demasiada intervención, sino cercano a Porras. Esta dupla, con respiro y en una buena jornada, hace que Nacional ilusione. Si le sumamos que Ignacio González emitió algunos destellos, viéndoselo más ágil en estos minutos que en el clásico anterior, que los extremos se animaron y provocaron, y que Sebastián Fernández, ubicado como delantero central, con buena movilidad y también acertada precisión a la hora de intervenir en el juego, el conjunto tricolor dejó otra imagen a la expuesta una semana atrás.

Detrás, en la defensa, vale destacar el debut de Erik Cabaco, incorporación proveniente de Rentistas. Mostró muchas cosas, además de una confianza por las nubes, y por sobre todas, la seguridad. A pesar de tratarse de un futbolista joven, de unos veinte años, Cabaco no titubeó; salió de atrás, en la mayoría de los casos, como pretende Gustavo Munúa. Tocó la pelota, no dudó cuando tuvo que ir a recuperarla, y bajo presión, tiró hasta lujos para salir jugando. Al lado de Polenta, se lo vio muy firme, y Nacional, salvo en los problemas creados durante el gol de Peñarol, y otra acción que terminó en nada, no tuvo inconvenientes.

Este partido termina con un 3 a 1 a favor de Nacional, que accede a la final para enfrentar a Palmeiras. Aquí tampoco hay demasiado por agregar. Se les da lugar a algunos futbolistas que no son habituales o están haciendo sus primeras armas. Y dentro de esta última categoría, me gustaría detenerme en Carballo. De las formativas del Bolso, Carballo es un futbolista que ocupa el centro del campo, en una posición similar a la de Porras, y posee una buena visión para manejar el balón. No tiene inconvenientes en la presión y elige bastante bien el destino de los pases. De cierta manera, veo varias similitudes en cuanto al titular en ese rol.

Tabó y Nicolás López regresan a vestir la camiseta de Nacional y tienen buenos minutos durante el segundo clásico, incluyendo un bonito gol en el caso del ‘Diente’. Kevin Ramírez, pegado a la raya, tal vez aún deba tener mayores minutos para acostumbrarse más. En Wanderers, de donde viene, por lo general era el jugador más adelantado, el eje del ataque bohemio. Aquí Munúa le ha asignado el rol de puntero izquierdo, y cualidades de encarador tiene.

En cuanto a las bajas, me detendré únicamente en Iván Alonso. Se trataba de nuestra principal carta ofensiva, de nuestro goleador y también el capitán del equipo en esta temporada. Sin embargo, aunque mucho podrá decirse de los motivos y tal, lo cierto es que partió a River Plate de Argentina, vigente campeón de América. De manera breve diré lo que pienso en cuanto a las formas en que se desarrolló esto: no me gustó para nada. Supongo que a ningún hincha le gustó que este jugador importante se vaya a tan poco tiempo de empezar el torneo, teniendo además una exigente doble competencia.



Pero al margen de esto, y sin detenerme mucho más, ya que tampoco se pueden cambiar las cosas, si diré y valoraré su paso por Nacional. No sólo pensaba esto antes de él, sino que lo sigo pensando hoy y lo seguiré pensando cuando lo vea en River, seguramente marcando algún que otro gol o construyendo jugadas que quien sabe disfrutar, las disfruta. Alonso es un futbolista que a pesar de la edad, se encuentra entero físicamente, y a esto hay que sumarle la experiencia que tiene en el entendimiento del juego. A veces me da gracia escuchar a un periodista cuando dice “tal jugador hace este penal, y demuestra su experiencia en la definición”. Me da gracia porque el verdadero sentido de “demostrar la experiencia”, cabe en Alonso, pero no en un penal, o en una acción así, sino en la concepción del juego, en la visión, en la toma de decisiones, en adelantarse al rival, incluso a veces hasta a los compañeros. Bajando pelotas de cabeza para habilitar a alguien de frente. Saltar y ganar siempre, a pesar de ir frente a contrarios más corpulentos. Pelotas a un toque, búsqueda de la tenencia.

Será que me ha dejado ronco de gritar sus goles, o me llenó de admiración el golazo de chilena que hizo, entre otros, pero me parece que estamos ante un jugador cuyo nivel, desde que llegó hasta que se fue, ha estado por encima de la competencia del fútbol local. Y a pesar de ello, y siendo muchas veces cuestionado, permaneció un tiempo considerable en Nacional, marcó arriba de cincuenta goles, se va siendo campeón por primera vez en su carrera —las cosas de la vida— y posiblemente con mucha cuerda aún para continuar rompiendo redes, allí o acá.

No tengo mucho más que agregar por hoy. Será hasta la próxima.

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